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Desde la casa de Esther Noriega Molina, mejor conocida como la Tía Tey, pobladores de Chiapa de Corzo —y de otros municipios del estado— se dan cita para ponerse una falda, una blusa y maquillarse.

En un fenómeno que desafía la heteronormatividad, es decir, reta al patriarcado al deambular y expresar, por al menos un día, los roles y las relaciones que se establecen entre los individuos dentro de la sociedad a partir de una visión binaria masculino-femenino, teniendo que coincidir siempre el sexo biológico con la identidad de género y los deseos asignados socialmente.

Las chuntás representan, según la tradición, a los sirvientes de doña María de Ángulo, cuya historia también dio origen a los parachicos.

En entrevista a Noriega Molina —antes de fallecer— comentó que durante unas décadas atrás la tradición disminuyó y las personas dejaron de asistir debido al estigma que significaba para los hombres vestirse de mujer; sin embargo, en los últimos años ha existido un repunte en la expresión, así como el número de pandillas que viven de dicha tradición.

Hacer valer las tradiciones

Emilio Álvarez fue uno de los primeros hombres que acudió a la cita, quien acompañado de su hija y de su esposa se adentró a la casa azul de la Tía Tey para dejarse maquillar, ponerse la falda y blusa.

“Vengo desde hace muchos años, pero es la primera vez que salgo. La invitación me la hicieron muchos amigos, pero no había podido, ahora ya (…). Para mí no hay ningún problema, hay muchas otras etnias como la zoque, en la que también existen bailes de hombres vestidos de mujer. Para mí no hay ningún inconveniente, peor sería dejar morir estas tradiciones”.

Las nuevas generaciones

Para Moisés Acero Lázaro la tradición de chuntá tiene memoria, ya que desde hace 15 años se une a este ritual tradicional de Chiapa de Corzo. “Soy de Suchiapa, pues la experiencia va bien, no se pierde la costumbre. Lo importante es estar en el mismo camino, ya que otros se nos han ido y otros perduramos. Aquí estamos con el grupo y debemos de estar unidos”.

Y agrega: “Ser chuntá significa estar alegre, venirse a desestrezar un rato, convivir con los amigos y con la Tía Tey. Aquí nos ven los chamacos, que serán los próximos de esta costumbre (…). Ahora ya vienen más, todos unidos y sin pleito ni nada”.

Romper paradigmas

Miguel Ángel Witrón Santos, de 29 años, oriundo de Tuxtla Gutiérrez, es su cuarto año vestido como chuntá, quien define que es una tradición que rompe paradigmas.

“Los hombres acostumbran a no vestirse diferente, la gente los ve como mal. El hombre tiene que ser muy ‘machito’, y aquí rompes el paradigma, el estigma de los hombres del ‘no puedes’ (…). Lo importante es no dejarlas morir (refiriéndose a las tradiciones), apoyar a la tradición. El ponerte blusa, falta y maquillarte no te hace homosexual, es más bien ser liberal”.

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