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Andrew Chesnut, doctor en historia latinoamericana y profesor de la Universidad de Virginia en Estados Unidos, publicó el artículo “De santo de la cocina a santo esqueleto Rey Pascual – El bizarro caso de Pascual Bailón”, cuyo contenido enmarca la veneración hacia un santo popular esquelético desde tiempos prehispánicos en Mesoamérica.

Pascual Bailón fue un fraile franciscano de Aragón que vivió durante la segunda mitad del siglo XVI y se destacó como místico y contemplativo. Beatificado por la Iglesia en 1618, solo un par de décadas después de su muerte, y luego canonizado en 1690.

En el artículo, arranca con la siguiente leyenda:

“El patrón de los cocineros apareció en forma de un alto esqueleto con túnicas luminiscentes en el lecho de muerte de un destacado hombre kaqchikel, se presentó como San Pascual”.

La predicción

Los investigadores señalaron que en la clásica relación que impregna la religión de base en América Latina, ofreció acabar con la epidemia en Ciudad Vieja, municipio del departamento de Sacatepéquez en Guatemala, si la comunidad lo adoptaba como su santo patrón. Para que la comunidad le creyese, predijo que en nueve días el receptor de la visión perecería de fiebre alta y la epidemia seguiría su curso.

A medida que se difundió la noticia de la predicción del santo aragonés, su imagen se hizo cada vez más popular en la región durante el periodo colonial, la cual contempla desde Chiapas hasta Honduras.

Con el tiempo, Rey Pascual amplió su repertorio, desde la curación por la fe hasta el hacedor de milagros multitarea, argumenta el investigador. Sin embargo, su primer milagro como el nuevo santo popular esquelético en Guatemala de erradicar enfermedades sigue siendo el núcleo de su misión actual.

Sincretismo católico-maya

“Por extraño que parezca el caso del sincretismo católico-maya, no es único en América Latina. De hecho, el sincretismo católico con otras tradiciones religiosas de otros grupos indígenas, incluidas las africanas, era la norma.

“Por ejemplo, la imagen del santo esquelético mexicano, la Santa Muerte del pueblo de Tepatepec en Hidalgo, se fusiona con la imagen de San Bernardo Clairvaux, santo varón francés medieval a quien los católicos locales asociaban con la figura esquelética de la muerte”, menciona el investigador.

Chesnut hizo hincapié en comprender la popularidad y la amplia gama de santos en Mesoamérica a través de examinar la historia de la región, ya que antes de la imposición del catolicismo, aztecas, mayas, mixtecas, zapotecas y otros grupos indígenas mesoamericanos tenían religiones politeístas.

“Estos pueblos recurrieron a una amplia variedad de deidades y espíritus a quienes se dirigieron. En lugar de dioses elevados, la mayoría de las veces recurrían a los espíritus locales. Es decir, pueden recurrir a diferentes deidades en diferentes momentos”, describió.

Por ejemplo, entre los mixtecos, Dzahui era la deidad de la lluvia, quien fue suplicado durante tiempos de sequía y antes de la cosecha. Sin embargo, si el fenómeno atmosférico de tipo hidrometeorológico inundaba los campos, acudían al Señor Una Muerte, la deidad del sol, pidiéndole sus rayos generativos.

En el caso de Rey Pascual, es buscado por los enfermos o sus familias por sus saludables poderes sagrados. Por otro lado, las prácticas se asemejan a las de la época prehispánica.

En el pasado entre los pueblos indígenas, como entre los mixtecos y zapotecas, la religión se caracterizaba por ofrendas y sacrificios de copal, plumas, resinas, sangre y otros artículos similares.

Las súplicas se llevaban a cabo por lo general en un altar casero que presentaba un ídolo de piedra que representaba a la deidad, vasijas de ofrendas y otros materiales de la cultura sacrificial.

“Aquellos que recurren a los santos populares de hoy en día, como la Santa Muerte o Rey Pascual, imitan los movimientos de sus antepasados.

“De manera habitual, su veneración involucra un altar en el hogar, en el centro hay una representación de su santo, rodeado de ofrendas de artículos de sacrificio: velas, tabaco, alcohol, flores, alimentos y otros artículos”, concluye el artículo.

La veneración actual

En Tuxtla Gutiérrez existe una iglesia en honor a San Pascual Bailón, la cual es considerada como “ortodoxa”.

La imagen de San Pascualito comienza desde 1902, cuando la réplica esquelética de madera estaba en el anexo de la catedral de San Marcos.

En ese entonces hubo varias persecuciones y quemas de santos. Sin embargo, Antonio Morales, indígena zoque, se encargó de salvaguardar la réplica para que no fuera destruida, así que mucho tiempo estuvo escondida en el monte y en cuevas hasta que llegó al patio trasero de la casa de Vicenta, quien donó una pequeña parte de su terreno para hacer una choza de lámina para que ahí fuera guardada.

Por otro lado, es escaso escuchar la denominación San Pascual Rey, puesto que popularmente ahora se conoce como Pascual Bailón.

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