Ondas del Mundo estas historias son el producto de mi experiencia por el mundo en el que he vivido.
Por Naran Sodnomyn.
En mi etapa de estudiante universitaria tuve la oportunidad de recibir una educación completa en Kiev, Ucrania. En ese entonces, debido a todos los estragos o secuelas resultantes de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética, tenía una política enfocada al intercambio de experiencia, en donde recibía jóvenes para efectuar una formación académica de alto nivel, formando a mujeres y hombres profesionales especializados en diferentes ramas de la ciencia, dotando con esto a las naciones, aliadas de jóvenes con carreras para ejercer dentro de sus países.
Mi padre fue el primero en la familia en incluirse a este programa de formación, iniciando en el año 1956; tuvo oportunidad de estudiar en la Universidad de Lomonosova, ubicada en Moscú, a efecto de un intercambio de experiencia, esto debido a que él contaba con pocos meses de haberse graduado en la Universidad Nacional de Mongolia como Docente en Ciencia de Matemática y Física. Esta política soviética tardó muchos años y poco a poco las estrategias se fueron fortaleciendo, al punto en el que el programa se amplió e incrementaron las becas para países como: Asia, Medio Oriente, África y Latinoamérica. Siendo formados dentro de los ahora países de la extinta Unión Soviética.
Gracias a este programa, logré ingresar al Instituto Politécnico de Kiev en Ucrania; participando en una convocatoria pública de conocimientos en donde miles de jóvenes recién egresados de preparatoria se inscribieron para contar con la oportunidad de recibir ese nivel educativo. Ahora, todos que nos estudiamos al ver lo que está pasando en la actualidad entre Rusia y Ucrania; la guerra es muy difícil y dolorosa, ocasiona separaciones temporales o permanentes.
En aquellos años estudiantiles éramos una comunidad politécnica internacional, multicultural y de distintas religiones del mundo, llegó a conformarse por más de 50 países, contado a los estudiantes de las 15 repúblicas de la Unión Soviética.
La vida estudiantil tenía un aroma fraterno en donde el respeto y amor al prójimo se transpiraba; como es de esperar, el amor se manifestaba en su máximo esplendor sin importar la nacionalidad, religión e idioma solo importaba el amor.
Esta situación no era nueva para los miembros de la antigua Unión Soviética, ya que también se formaban familias entre las quince repúblicas soviéticas, y en la actualidad es común encontrar muchas familias ruso-ucranianas. Es frecuente escuchar entre mis amigos de origen ruso decir:
˂ ˂ Mi abuelo es originario ucraniano pero mi padre nació en Rusia˃ ˃ o viceversa: ˂ ˂ Mi familia tiene raíz rusa, pero yo nací en Ucrania ˃ ˃.
Hace un par de semanas, encontré un cortometraje realizado por Anastasia Izyumskaya, titulado ¿Cómo viven las familias ruso-ucranianas durante la guerra? en donde se muestran los testimonios de ciudadanos que viven en el territorio de Rusia y cuentan con familia de origen ruso-ucranianas.
Ellos explican la situación en la que se encuentran las familias, las cuales se han fragmentado y devastando lentamente; sin importar el tiempo que estas han estado conformadas, sin importar la formula, él es ruso y ella es ucraniana, o él es ucraniano y ella es rusa los resultados han sido por lo regular los mismos. Una señora cuenta que desde el inicio de la guerra iniciaron los conflictos con su esposo, debido a que intentaban descubrir cuál de los países contaban con la razón.
Paulatinamente inició la ceguera, toda la familia cercana de la mujer se encontraba en Ucrania y ellos le relataban el terror que vivían y viven día a día, el esposo continuaba negando la realidad de la esposa. Llegó el momento en el que después de tantos conflictos decidieron tomar un tiempo, cada quien, en su espacio, para reflexionar cuestionándose si realmente son una familia, cuentan el uno con el otro o cómo vamos a educar a nuestros hijos basándonos en nuestras ideologías, etc.
Otra mujer cuenta que su esposo es músico crea canciones ligeras con letras superficiales, se dedica a estar de fiesta y muestra mucha alegría en su vida, dando a entender que para él todo va bien viviendo dentro de “una burbuja” fuera de la realidad y sin interés en lo que ocurre con ella y sus familiares en Ucrania. Dentro de su relato, cuenta que cuando sale a la calle ve las propagandas de defensa, “la gran letra Z”, eventos públicos y espectáculos que organiza el gobierno “en contra de” y “a favor de” ocasionando en ella coraje y rabia hasta sentir que el aíre la asfixiaba. Ella logró irse de Rusia a su natal ciudad Járkov, Ucrania; dejando su casa y marido.
Para ella, la idea de regresar a casa y a su ciudad natal ha sido lo correcto, sin importar que se encuentre en ruinas y bajo el bombardeó incesante, manteniendo firme la idea y convicción a su decisión; aferrándose a la idea de no irse a ningún lado y no dejar su país solo, debido a que para ella Ucrania es su alma y piel.
En otro relato, nos encontramos con una familia donde el esposo apoya totalmente a su esposa, y él no está de acuerdo con la política actual del gobierno ruso. Iniciada la guerra, ellos salieron de Rusia como protesta.
Por eso espero que pronto, esta guerra termine. Pero las preguntas que surgen son varias ¿Que ocurrirá con las familias desbaratadas, los hijos sin padres, primas y primos, amigos y amigas que terminaron su comunicación?, ¿Volverán de comunicarse? o ¿Así quedarán para siempre como enemigos?
Oleg, un amigo con el que estudie en la facultad, vive actualmente en Rusia y toda su familia se encuentra radicando en Ucrania. Él me comentó que todas sus amistades de la facultad lo eliminaron de las redes sociales y cortaron total contacto con él por el simple hecho de vivir en Rusia.
Nacen muchas preguntas: ¿Que debe una de hacer? ¿Cómo se debe de actuar una familia ante esos conflictos externos? O ¿Mejor no tocar esos temas polémicos en hogar? ¿Cuándo termina la guerra como actuar? O ¿Qué decir a su generación futura? ¿Después que pasara con esas familias desbaratadas, los hijos sin padres, primas y primos, amigos y amigas que terminaron su comunicación? O ¿Nunca volverán de comunicarse? O ¿Así quedarán para siempre como enemigos? Todas esas preguntas ¿Quien puede dar una respuesta correcta? Al final estas familias quedaran con su única verdad basada de sus experiencias.
Los heridos de una guerra nos dejan, no solo ausencias de seres queridos, no solo daños físicos y bienes materiales, no solo contaminación de medio ambiente y muchas cosas más. Lo más doloroso y difícil de borrar es el dolor en mente y alma, que nos ha dañado más adentro de nuestra conciencia, lo cual no nos va a dejar en paz. El dolor, la rabia y odio entre pueblos, solo quedará en una mancha de sangre que será recordada por generaciones.