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Haití, uno de los países más empobrecidos del continente, sigue sumido en una espiral de violencia e inestabilidad política desde hace décadas, pero luego del asesinato del presidente Jovenel Moïse, en 2021, la crisis se ha recrudecido y amenaza la ya precaria situación económica y social de este territorio.

La reciente renuncia del primer ministro de Haití, Ariel Henry, abre el camino para la transición política en el país, pero su histórica inestabilidad y la violencia generan incertidumbre sobre el siguiente paso de la nación caribeña. En la capital, Puerto Príncipe, las pandillas controlan hasta el 90% del territorio. La renuncia del primer ministro era una de las condiciones de las bandas para evitar una guerra civil, pero nada de esto ha pasado y la violencia no cesa.

De la crisis política y la violencia hasta las catástrofes naturales, Haití no ha logrado recuperase y lograr la estabilidad necesaria para salir del rezago en el que se encuentra.

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