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El lago Poopó, conocido como el segundo más grande de Bolivia, se ha convertido en un enorme desierto en medio de la intensa sequía que enfrenta el altiplano boliviano, una situación que deja en riesgo inminente a más de 700 comunidades que dependían de este importante depósito de agua para subsistir.

Según reportes de medios locales, el Poopó, ubicado en el departamento de Oruro, cerca de la frontera con Chile, se ha quedado sin «una gota de agua». Esto ha originado que unos 30 municipios de esa región se declaren en «estado de emergencia».

A pesar de la extrema condición de sequía que enfrentan los habitantes de la zona, familias que aún permanecen en los alrededores de lo que solía ser el lago, dicen sentirse desamparadas porque perdieron su principal fuente de sustento, la pesca.

«Queremos que el Gobierno departamental se acuerde de nosotros, estamos bien afectados porque vivíamos de la pesca, nos sentimos sin papá y sin mamá, estamos huérfanos«, expresó Erasmo Zuna, alcalde comunal de Phuñaca Tinta María, parte del pueblo Uru, citado por Bolivia Prensa.

De acuerdo con Zuna, el lago, que hace más de 10 años llegó a tener una superficie de 2.337 kilómetros con una profundidad de 2,4 metros, comenzó a secarse desde 2013, cuando las sequías y la falta de lluvias empezaron a disminuir su caudal.

Pero la gravedad de este desastre natural también se refleja en las aguas del lago Uru Uru, también ubicado en Oruro, que por la sequía ha pasado de contar con 250 kilómetros cuadrados de superficie a solo 10 kilómetros, lo que complica aún más la crisis hídrica, que afecta al sector alimentos y cárnico, al poner en riesgo a 75.000 cabezas de ganado.

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