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De acuerdo con la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), las diócesis, parroquias y casas del migrante en las zonas sur, norte y centro del territorio mexicano han acompañado a las personas migrantes por décadas, por lo que hoy ven con dolor y tristeza que las personas migrantes y refugiadas encuentran en México un verdadero viacrucis y calvario, aunado al acoso de las autoridades.

Desde hace tiempo el Instituto Nacional de Migración (INM) ha servido únicamente como máquina de contención, detención y deportación de personas migrantes y refugiadas, así lo señaló la Pastoral de Movilidad Humana de la Iglesia católica.

Exponen que, desde su ingreso al territorio mexicano, las personas migrantes y refugiadas son víctimas de delitos, amenazas, extorsiones y violaciones a sus derechos humanos. Todo lo anterior en complicidad con las autoridades de los tres órdenes de gobierno.

Ante esta situación, los obispos de México denuncian a las autoridades por las deportaciones exprés, detenciones arbitrarias, actos de corrupción, desaparición de documentos, negativas y entorpecimiento de acceso al derecho de asilo y refugio de los migrantes.

En este sentido, destacaron que lo anterior son solo algunas de las acciones ilegales y violatorias de derechos humanos que el INM ha cometido en contra de las personas migrantes refugiadas.

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