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El autor peruano-español falleció en su casa de Lima, a los 89 años; sus hijos confirmaron el deceso y explicaron que lo despedirán en privado. El escritor, último eslabón del boom latinoamericano, también incursionó en la política, ámbito en el que siempre defendió la democracia

 

Mario Vargas Llosa, novelista, cuentista, ensayista, dramaturgo y periodista peruano-español, falleció ayer, a los 89 años, “rodeado de su familia y en paz”, informaron sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana Vargas Llosa en la red social X.

En un breve comunicado, en el que no especificaron las causas de la muerte del Nobel de Literatura 2010, destacaron que el escritor “gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”.

Los familiares del autor de La ciudad y los perros Pantaleón y las visitadoras detallaron que “no tendrá lugar ninguna ceremonia pública y sus restos, como era su voluntad, serán incinerados”.

Escritores, periodistas, editores, promotores, políticos, amigos y diversas instituciones culturales y académicas de diversos países externaron en redes sociales su consternación ante el fallecimiento del autor, quien marcó a diversas generaciones de escritores y lectores.

Además del Premio Nobel de Literatura 2010, el escritor, quien también fue candidato a la presidencia peruana, recibió otros galardones como el Príncipe de Asturias de las Letras 1986 y el Premio Cervantes, en 1994.

Falleció el innovador de la narrativa contemporánea

El Nobel de Literatura 2010, la última gran voz de la palabra escrita en español, murió ayer a los 89 años en su natal Perú; sus hijos informaron que no habrá ninguna ceremonia pública y sus restos serán incinerados.

El gigante de las letras en español fue un novelista excepcional, una voz valiente y única, intelectual liberal, hombre libre y sin fronteras, una estrella; una de las figuras más influyentes de la literatura hispanoamericana contemporánea, que marcó diversas generaciones de escritores y lectores.

Ayer a los 89 años murió el novelista, cuentista, ensayista, dramaturgo y periodista peruano-español Mario Vargas Llosa (1936-2025) en Lima, Perú, “rodeado de su familia y en paz”, informaron anoche sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana Vargas Llosa en la red social X.

“Gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”, agregaron en un breve comunicado sobre el Nobel de Literatura 2010.

Sin especificar las causas de la muerte del autor de 20 de novelas, sus hijos detallaron que “no tendrá lugar ninguna ceremonia pública y sus restos, como era su voluntad, serán incinerados”.

A través de las redes sociales, escritores, periodistas, editores, promotores, amigos y diversas instituciones culturales y académicas de diversos países externaron su consternación ante el fallecimiento del autor de La ciudad y los perros (1963) y Le dedico mi silencio (2023).

“Difícil imaginar una vida de escritor más plena. Una vida a secas, más plena. Novelista único, intelectual público sin par en la lengua castellana, crítico literario de registros universales y hombre libre, sin fronteras. Se va y queda como pocos”, comentó el novelista e historiador Héctor Aguilar Camín.

“Un grande, un escritor de enorme calado que ejerció y ejerce una profunda huella en mi obra. Gocé de la oportunidad de convivir con él en varias ocasiones. Un privilegio”, apuntó el escritor Guillermo Arriaga.

“Una vez quise expresar mi infinita gratitud a Mario Vargas Llosa con un pequeño texto que hacía eco del poema de gratitud Dayenu, que se lee en la Pascua judía. Ahora es esa noche. Como ese poema, su obra se leerá generación tras generación”, añadió el historiador Enrique Krauze.

Y la revista Letras Libres, que dirige Krauze y donde colaboraba Vargas Llosa, lo despidió cálidamente. “La literatura del siglo XX no puede entenderse sin la voz valiente y única de Vargas Llosa. Amigo y colaborador de Letras Libres desde el inicio, nuestra historia tampoco se entiende sin él”.

Sobre el autor de 15 ensayos, diez obras de teatro, cuatro libros de relatos y dos de cuento infantil, la editora Consuelo Sáizar destacó que con su muerte “concluye el movimiento literario más importante de la ‘patria de la ñ’: el boom latinoamericano. Lo despido agradecida por su valor intelectual para denunciar lo que muchos callan, por su compromiso con la democracia”.

El también editor Juan David Correa dijo que con Vargas Llosa aprendió que la mejor literatura nace del mundo popular. “Hoy los bares, los ríos, las selvas, los villorios, los cuarteles, los cholos, y la picaresca latinoamericana están de luto. Muere un enorme escritor de grandes y pequeños relatos. Gracias por tanto”.

Y la poeta Myriam Moscona llamó la atención sobre lo que llamó una frivolidad. “Pero digan si no era como un actor de cine. Una estrella. Y lo fue. Mujeriego, talentoso, atractivo y súper polemista y escritor (y no en ese orden). El tiempo se diluye y con él se va quizá la última voz de poder de las letras escritas en español”.

Finalmente, el escritor Alberto Chimal indicó que “durante muchas décadas –y hasta el fin– fue un intelectual al modo del siglo XX; estaba ya lejos de qué piensan las nuevas generaciones acerca del presente y de cómo lo expresan. Además, no quiso entender varios de los grandes cambios y peligros de este tiempo. Pero sus mejores libros seguirán siendo leídos mientras haya quien se interese en lo que puede ofrecer el arte de la novela”.

Vargas Llosa escogió morir tranquilo en su natal Perú, a donde regresó tras concluir en 2023 su carrera literaria de 60 años, con la novela Le dedico mi silencio, y despedirse como columnista del diario español El País, después de 33 años de publicar Piedra de toque.

Trayecto de una vida dedicada a las letras

Mario Vargas Llosa, cuyo nombre completo era Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, el 28 de marzo de 1936.

Fue novelista, ensayista, articulista y académico, político y periodista.

Pasó su infancia entre Bolivia y Perú y al terminar sus estudios primarios colaboró en los diarios La Crónica y La Industria. En 1952 escribió una obra de teatro titulada La huida del Inca, que estrenó en un teatro de Lima.

Estudió Letras y Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y empezó a colaborar en periódicos y revistas, siendo editor de los Cuadernos de Composición y la revista Literatura.

En 1958 le concedieron la beca de estudios Javier Prado en la Universidad Complutense de Madrid, donde obtuvo el título de doctor en Filosofía y Letras.

Un año más tarde se trasladó a París, y allí trabajó en diferentes medios hasta que logró ingresar en la Agencia France Press y, más tarde, en la Radio Televisión Francesa, donde conoce a numerosos escritores hispanoamericanos.

En 1965 se integra en la revista cubana Casa de las Américas como miembro de su consejo de redacción y permanece en ella hasta 1971.

En esos años actuó varias veces como jurado de los premios Casa de las Américas.

Posteriormente viajó a Nueva York, invitado al Congreso Mundial del PEN Club, e instaló su residencia en Londres, donde trabajó como profesor de Literatura Hispanoamericana en el Queen Mary College.

Durante este periodo trabajó además como traductor para la Unesco en Grecia, junto a Julio Cortázar; hasta 1974 su vida y la de su familia transcurre en Europa, residiendo en París, Londres y Barcelona.

En 1975 inició una serie de trabajos cinematográficos, y en marzo de ese año es elegido Miembro de Número en la Real Academia Peruana de la Lengua. En 1976 es elegido presidente del PEN Club Internacional, cargo que ocupó hasta 1979.

En Perú presenta el programa televisivo La Torre de Babel y en 1983 preside la Comisión Investigadora del caso Uchuraccay, dedicado a resolver el asesinato de ocho periodistas. A finales de los ochenta entra en el mundo de la política en Perú y en 1990 regresa a Londres, donde retoma su actividad literaria.

En 1990 empezó a colaborar en el diario El País y a revista Letras Libres. Tres años después obtuvo la nacionalidad española, pero nunca renunció a la peruana.

En 1994 fue nombrado miembro de la Real Academia Española y ese mismo año se alzó con el Premio Miguel de Cervantes; posteriormente fue reconocido doctor honoris causa en numerosas universidades. Su obra ha sido traducida a más de 30 idiomas.

FUTURO DEL LIBRO

En 2016, el autor de Tiempos recios, se presentó en la 30 edición de la FIL Guadalajara, donde se preguntó sobre el futuro del libro.

“Una pregunta que me angustia mucho es: ¿qué va a pasar con el libro?, ¿acaso tiene futuro en la sociedad que se nos viene?, ¿seguirá siendo ese instrumento esencial del entretenimiento, el desarrollo, la sensibilidad y del conocimiento humano? ¿O será devorado por las máquinas y las pantallas?”, expresó aquella tarde del 27 de noviembre.

El autor peruano recordó que algunos filósofos creían que los libros serían devorados por las pantallas y lo aplauden.

Es más, advirtió que vivimos en medio de una cultura democrática, llena de pantallas, con una cultura pobretona, no muy refinada ni complicada, donde las pantallas no producen nada comparable a la cultura de los libros.

Fue entonces que auguró que el mundo de la literatura desaparecerá.

“¡Esto me angustia muchísimo! Porque nos llevaría a un empobrecimiento de la humanidad y, probablemente, la víctima principal sería… la libertad”, advirtió.

La identidad literaria de Latinoamérica

“El boom latinoamericano es un fenómeno irrepetible que marcó la identidad literaria del continente”, afirmó el crítico literario uruguayo Danubio Torres Fierro (1947-2022) en una entrevista con Excélsior.

El autor del libro Contrapuntos, que revisa la propuesta de los autores más relevantes de la segunda mitad del siglo XX, se refiere así al fenómeno literario, editorial, cultural y social que surgió entre 1960 y 1970, cuando las obras de un grupo de novelistas latinoamericanos relativamente jóvenes fueron ampliamente distribuidas en Europa y en todo el mundo, por primera vez.

Entre los exponentes más importantes del boom destacan el argentino Julio Cortázar (1914-1984), el colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014), el mexicano Carlos Fuentes (1928-2012) y el peruano-español Mario Vargas Llosa (1936-2025), fallecido ayer.

Fuentes fue el iniciador del boom con su novela La región más transparente (1958). Por su parte, García Márquez y Vargas Llosa obtuvieron el Nobel de Literatura en 1982 y 2010, respectivamente.

Torres Fierro comentó que hubo dos aspectos de vital importancia que caracterizaron al boom latinoamericano.

“La relación que existía entre los escritores que formaban parte de este movimiento y el surgimiento de unas clases medias que eran las escuchas naturales de su obra”.

Diversos estudiosos coinciden en que las obras del boom incluyeron la innovación en el lenguaje, el empleo del tiempo de forma no lineal, la utilización de la polifonía (es decir, la aparición de múltiples voces en el relato) y el uso abundante de neologismos y juegos de palabras.

Y destacan que estas propuestas literarias renovaron un notorio estancamiento en el realismo literario de la época, puesto que se incluyeron personajes más complejos, diversas formas de percibir y narrar la realidad y elementos de la literatura fantástica.

No existe una unidad temática en las novelas del boom, explican.

“Esto se debe a que sus apuestas respondieron siempre a los intereses y al estilo personal de cada autor. Sin embargo, a grandes rasgos, puede decirse que en este movimiento se prefirieron temas vinculados a lo nacional, lo regional o lo que aspirara a una nueva identidad latinoamericana.

La experimentación del boom abrió las puertas del mundo a la literatura latinoamericana, revaloró a sus autores, creó lectores interesados en la historia del continente y sembró la semilla para el éxito de las nuevas generaciones de narradores.

 

Mario Vargas Llosa habló constantemente de la difícil relación con su padre y cómo el rechazo de éste hacia la literatura sólo aumentó su deseo de dedicarse a ella.

 

El Nobel de Literatura peruano-español Mario Vargas Llosa estaba convencido de que “probablemente no hubiera sido escritor, si no hubiera enfrentado una oposición tan enorme a mi vocación literaria por parte de mi padre”.

El novelista y dramaturgo ratificó lo anterior en su conferencia Tiempos recios, que impartió durante su visita más reciente a México para participar en la quinta Bienal de Novela que lleva su nombre, realizada en Guadalajara en mayo de 2023.

Por primera vez, evocó a detalle la “traumática” relación que sostuvo con su padre, Ernesto Vargas Maldonado (1905-1979), de cuya existencia se enteró cuando tenía 10 años de edad, porque su madre, Dora Llosa Ureta (1914-1995), le había hecho creer que había muerto. Pero, en realidad, se separaron meses antes del nacimiento de Mario y, poco tiempo después, se divorciaron de mutuo acuerdo.

“Nací como un niño sin padre. Tenía una foto de él, en el velador de la casa. Cuando tenía 10 años, mi madre me reveló que mi padre existía. Esto fue absolutamente traumático para mí. Saber que ese personaje, que yo creía en el cielo, estaba en la realidad”, recordó.

El novelista y cuentista describió el encuentro sucedido hacia 1946. “Mi abuelo era prefecto del departamento de Piura y vivíamos ahí. Mi mamá me sacó al malecón y me dijo: ‘Bueno, supongo que tú lo sabes, pero tu papá no ha muerto, está vivo y coleando’. Le respondí que ‘sí, por supuesto’. Y me dijo que estaba en el Hotel de Turistas de Piura: ‘Vamos a conocerlo, pero no debes decirle nada a tus abuelos’, me exigió.

“Fuimos al hotel y apareció un señor que me decepcionó muchísimo. Yo tenía en mi velador una foto de un marino joven, fuerte, y el señor que vi estaba ya medio enclenque, no se parecía al del retrato”, narró.

El escritor señaló que su padre lo levantó diciendo: ¡Éste es mi hijo!”. “Me abrazó y propuso que diéramos una vuelta. Entramos a un coche azul, en el que acababa de llegar de Lima. Y, en lugar de dar una vuelta por Piura, tomó la carretera. Me pareció extraño.

“Tres cuartos de hora después, me atreví a decir, viendo que nos alejábamos mucho: ‘Mamá, los abuelos se van a alarmar’. Y mi padre me gritó: ‘¡Y qué, ¿los hijos no deben estar con su papá?!’. Había cambiado su tono de voz, se expresaba de una manera distinta, autoritaria, y me quedé callado”, agregó.

Explicó que fueron hasta Chiclayo. “Ahí, mis padres se fueron a un cuarto y me quedé absolutamente aterrorizado. Me preguntaba qué hacían ahí. No pude dormir toda la noche, pensando en lo que podían hacer en ese dormitorio. Fue traumático. A la mañana siguiente, partimos a Lima y detesté esta ciudad por mi padre, porque me llevé muy mal con él”.

Ése fue sólo el comienzo, contó. “Mi padre descubrió que yo tenía aficiones literarias. Y uno de sus peores colerones fue pensar que un hijo suyo pudiera ser poeta o novelista. Eso lo sacaba de su normalidad y se convertía en una verdadera fiera. Creo que, si no hubiera habido en mi casa una oposición tan enorme a mi vocación literaria, no hubiera sido nunca escritor.

“Probablemente, mi ingreso al Colegio Militar Leoncio Prado fue una maniobra de mi padre para ver si los militares me quitaban las aspiraciones literarias, pues éstos han estado siempre muy reñidos con la literatura”, indicó.

Pero “le salió el tiro por la culata”, concluyó tajante, “porque en ese colegio mis compañeros recibían cartas de sus enamoradas; entonces, me llevaban esas cartas para que las contestara, me convertí en su escriba. Pude ejercer mi profesión literaria de escribir cartas ajenas, gracias a mis compañeros. Ahí empezó todo”, afirmó con una sonrisa. INFORMACIÓN DE EXCELSIOR

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