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Decenas de miles de profesores de toda Corea del Sur han protestado en las calles desde julio al empeorar las quejas por el mal comportamiento de los alumnos y el acoso de sus padres.

El sábado se realizó una gran protesta cerca de la Asamblea Nacional de Seúl a la que asistieron, según cálculos de la policía local, unas 100.000 personas. El lunes, decenas de miles de profesores de todo el país se tomaron un permiso de ausencia coordinado y llevaron a cabo concentraciones en todo el país, según los organizadores. Fue una táctica inusual utilizada para eludir la ley que les prohíbe a los docentes irse a la huelga en Corea del Sur.

El lunes, día en que los profesores también lamentaban el suicidio de una profesora que afirmaba haber sufrido por el maltrato de unos padres, algunas escuelas primarias cancelaron las clases, según el Ministerio de Educación, algo poco habitual.

En un país conocido por sus escuelas altamente competitivas y por la importancia que la sociedad otorga a la educación, los estudiantes y los padres no son las únicas partes sometidas a un inmenso estrés. Los profesores afirman que a menudo se enfrentan a la presión de padres que les plantean exigencias excesivas o imposibles de cumplir, incluido el favoritismo hacia sus hijos.

“Los profesores no son capaces de hacer su trabajo ahora mismo”, dijo Jo Chan-woo, de 34 años, docente de Seúl que asistió a la manifestación del lunes. “Déjennos hacer nuestro trabajo”.

Una de las principales reivindicaciones de los profesores es la revisión de una cláusula ambigua de la Ley de Protección de la Infancia diseñada para evitar el maltrato infantil. Los profesores afirman que la ambigüedad permite a los padres presentar —o amenazar con presentar— denuncias por maltrato infantil contra los profesores que adoptan medidas disciplinarias razonables contra el mal comportamiento de los alumnos. Incluso si un profesor es acusado falsamente, podría ser suspendido de su empleo y quedar a su suerte para defenderse en los tribunales, afirman profesores y expertos en educación.

Los maestros dicen que el miedo a enfrentarse a acusaciones de este tipo les ha asustado a la hora de tratar con alumnos que se portan mal y ha animado a algunos padres a acosar a los profesores. Las llamadas y mensajes de texto abusivos de estos padres, agravados por las crecientes obligaciones administrativas de los profesores, han dañado la salud mental de muchos docentes, según los expertos.

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